domingo, 14 de septiembre de 2014

Visiones y deseos del fin de semana

"Odio los locales nocturnos", la frase me pasaba por la cabeza una y otra vez mientras iba en el carro en camino a alguno de esos bares de moda donde tocan bandas de la zona que intentan desesperadamente parecerse a Arctic Monkeys, al menos ya superamos la década en la que trataban de ser Radiohead. Iba yo, es decir Alex, diminutivo de Alessandro, en el asiento de copiloto mirando por la ventana con particular atención la cuenta regresiva del semáforo 24, 23, 22... al volante estaba Sabrina, la dueña de la Montero en la que rodábamos y atrás iban Alfredo y Eva. Eramos todos amigos (aunque Eva era el "métele" ocasional de Alfredo), estábamos todos solteros y aburridos, solo la soltería y el aburrimiento podían llevarme a una maldita taguara con mala ventilación y exceso de gente a escuchar al grupo de turno. Mientras estacionábamos pensé que los años de pogos habían quedado atrás y me sentí un poco viejo, pensé en mi mortalidad.

Nos bajamos después de regatear con el parquero en cuanto nos saldía la cuidada (que, por supuesto, se pagaba por adelantado) y mientras ellos hablaban de que un pana conocía a la banda y decía que eran muy buenos y prometedores nos pusimos de últimos en la larga cola que debíamos hacer para entrar. Encendimos todos un cigarro, como por inercia. Sabrina me pregunta porqué ando tan callado, no quiero responder que salir un sábado en la noche me puso a pensar en mi mortalidad, decido mentir

-Hoy me paré temprano y no dormí en la tarde
-Se te nota papi, tiene demasiada cara de pegao
-Siempre
Eva y Alfredo hablan entre ellos, parecen incluso una pareja verdadera, yo me siento mal por Sabrina, vino con dos quesudos y un tipo que no siente ganas de hablar, o fumar, o estar parado en el medio de la calle. Entonces la veo...

Una mujer en la acera de enfrente, viste de falda negra y franela de rayas, cabello castaño por los hombros, blanca, algo bronceada y mirada fija en el piso. Fue una de esas visiones que solo se tienen una vez, era hermosa, era terrible, era sensual y fatal, sus piernas eran imanes para los ojos, su pelo se movía con la brisa. Quería fotografiarla, quería conocerla y decirle que verla parada melancólica en esa acera era la experiencia más increíble que había tenido en meses, incluso me sentía lo suficiente valiente para hacerlo, pero empezó a caminar en dirección del parque solo y mal iluminado que se encontraba al final de la calle, antes de darme cuenta yo estaba parando el tráfico por haberme ido acercando mientras la observaba, un cornetazo me sacó del trance

-Quítate mamaguevo

Me aparto y vuelvo con los muchachos, Eva pregunta que qué me sucede

-Nada, vi una chama que me pareció conocida y me distraje
-Mjmmmm.

Hago el amague de sacar otro cigarro de la caja cuando me quedo quieto pensando que ha pasado menos de un minuto, tal vez podría alcanzar a la mujer de la falda negra y decirle, desatando el nudo de la garganta, que es hermosa y terrible y lo mucho que agradecía haberla visto. No me malinterpreten, sabía perfectamente lo raro que resultaría todo eso, pero sentía la necesidad de hacerlo, no era momento de quedarse quiero y arrepentirse. Me volteo y le digo a mi trío de acompañantes que ya vuelvo, que en efecto conozco a la chama y voy a saludar, que pueden entrar sin mi. Alfredo grita algo que no alcanzo a escuchar y tampoco me importa, voy con paso rápido cruzando la calle, haciendo el mismo camino por la acera que había hecho hace unos segundos aquella mujer misteriosa. Llego a la entrada del parque, no la veo, probablemente ya cruzó y perdí mi oportunidad de hablarle, de verla un poco más, me siento extraño, siento que estoy en una pesadilla persiguiendo al objeto del deseo sin poder encontrarlo jamás, me siento un tipo sucio, de esos que persiguen a mujeres en parque oscuros, esas no eran mis intenciones, pero no puedo evitar sentirme terrible, meto las manos en mis bolsillos y doy media vuelta entre la derrota y el alivio.

-Me seguiste hasta acá?

Me quedo helado, nunca había escuchado su voz y sin embargo estaba seguro que era ella, era totalmente compatible con aquella cara semiocultada por el cabello, me volteo lento y la veo otra vez, maldita sea qué perfecta e imponente, qué ojos tan inquisidores. Intento responder

-Disculpa si te asusté... no sé porqué vine hasta acá la verdad, te vi en la acera de enfrente y y me pareciste increíble, me emocioné como si te conociera y tuviera años sin verte, sé como suena, ya me voy y disculpa otra vez
-No es muy normal seguir a desconocidas en la calle porque te parezcan lindas

Noto un poco de verguenza mientras dice esto, como si una mezcla de molestía y sonrojo le cruzaran por la cara antes de volver inmediatamente a la pose inquisidora. "Pero no pasa nada", continúa, "¿cómo te llamas?"

-Alex
-No tienes cara de Alex
-¿De qué tengo cara?
-De acosador
-¿Puedo saber tu nombre?
-No

Era increíble como pasaba de tono amigable a distancia total en un instante, digno de ver. Bajó un poco la guardia y me dijo

-Si te digo mi nombre seré Mónica, María o Alba, si no te digo nada siempre seré la mujer misteriosa del parque que iba sola por la calle con los ojos llorosos y a la cual no pudiste evitar abordar. Prefiero ser esa, es más poético y teatral
-No note que llorabas, creo que busqué el peor de los momentos para convetirme en acosador
-¿Me regalas un cigarro?

¿Cómo sabía que fumaba, me habría estado observando también desde antes? no seas imbécil Alex, el olor de las manos te delata. Saco un Marlboro rojo y se lo entrego, me tiembla la mano, sacó tambien el yesquero y se lo paso, hay mucho viento pero lo enciende como si estuvieramos dentro de un ascensor,
"Gracias" me dice mientras me lo devuelve

-Ahora me voy a ir, Alex. Gracias por el cigarro, por pensar que me veo increíble y por no ser un violador. Tal vez si nos conocemos de antes

Dio media vuelta y la vi irse bajo la tenue luz de los postes, caminaba ligera. La escucho decir "vete, no te vayan a atracar". Al pasar el halo de luz del segundo poste desapareció, no la vi más, no estoy muy seguro de por donde se metió, vuelvo a la realidad y me doy cuenta que, en efecto, me pueden atracar. Salgó del parque en dirección de donde vine, del mundo real. ¿Qué coño acababa de pasar?.

Al llegar frente al bar veo que la ya los tres pasaron, bueno, no los tres. Alfredo se había quedado afuera esperándome, evidentemente mi actitud al irme había sido muy rara

-Marico, quién era esa jeva

"Una amiga de mi prima" miento mientras vuelvo a ponerme al final de la cola y le digo a Alfredo que entre tranquilo y me esperen adentro. Lo hace aunque sigue viéndome como preocupado. Yo me quedo pensando en mi mujer misteriosa de falda negra y franela de rayas, en lo qué me dijo "tal vez si nos conocemos de antes". Sentía como si viniera de conversar con algún recuerdo enterrado que acababa de salir arrastrandose de mi subconsciente, se sentía como un sueño, de hecho ¿no estaré soñando?


No hay comentarios:

Publicar un comentario