jueves, 16 de octubre de 2014

Carta de despedida (desempolvando viejos versos)

Porque he vuelto a ver en ti lo que inspira mi ternura,
porque un día viste en mi lo que espantó tu cordura,
porque las viejas amantes duelen cuando son amigas,
porque debí dejarte ir cuando seguía fresca la herida,
porque te he perdido el miedo con el paso de los años,
porque aunque a veces te sueñe ya no despierto temblando,
porque ya solo me asusta quedarme solo conmigo,
porque me mata la conciencia si te pago con hastío,
porque hace tiempo, querida, que te baje del altar,
porque odiarte siempre se me dio fatal,
porque hemos ido cambiando ya no puedo amarte más,
porque amo quien fui contigo, porque amo ese lugar,
porque me hiciste feliz, porque me enseñaste tanto,
porque te llevo conmigo aún cuando intento negarlo,
porque en calles empinadas fuiste amante adolescente,
porque adoré darte besos de las piernas a la frente.
Por todo esto, morena, te escribo a través del mar
estos versos a destiempo, esta espístola lunar
para exorcizarte un poco,
para arrepentirme menos,
espero seas muy feliz,
yo me largo con el viento.


miércoles, 8 de octubre de 2014

Promesas de marinero

No tengo más que dejarte
que promesas de marinero,
no tengo nada más que mirar
que las colillas con tu labial durmiendo en mi cenicero.
Y si estas cosas no bastan
te diré, mujer bendita,
que aunque quererte lo dejo para después,
es en ti en quien pienso cuando escribo,
es tu cuerpo el que calienta mis manos
cuando las entumece el frío.
Si te quedaras de manera permanente,
si algo fuera constante en mi vida,
si me desarreglaras la cama,
si mi instinto fuera menos suicida.

Si no me drogara el olor de tus senos,
si tus ojos llorosos fueran menos serenos,
si no amara tanto las cosas terrenales,
si no tuviera alergia a tu vino y tus rosales.

Dama fatal, atisbo de beso,
confieso,
que a veces me encuentro soñando que se confluyen nuestras vidas,
que me excitan los imposibles,
que aun sin poder mirarte,
no se quiere solo lo que puede tocarse.

lunes, 6 de octubre de 2014

Las crónicas del Bar de la coartada. Parte I

1
La noche y sus vericuetos, su brisa fría, sus tascas, sus jovencitas despechadas, sus prepagos indiscretas y sus muchachos tarados. John Céspedes se consideraba a si mismo "el cronista de la noche valenciana", un tipo que de adolescente y veinteañero había vivido y malvivido en muchas ciudades pero que desde hace un par de años se dedicaba a tocar el piano en un destartalado bar de la Avenida Bolívar que había fungido como burdel en tiempos mejores, actualmente era una especie de guarida donde iban chamos de clase media, clase media-baja a atragantarse de cerveza barata, jugar pool y controlar monte (por no decir que otras cosas).

A John le deprimía un poco en lo que se había convertido ese lugar, el emblemático "Bar de la coartada" fue alguna vez un antro de artistas y poetas borrachos, de putas con corazón de oro, de bandas desconocidas que solían ser las mejores, era en ese bar donde John se había enamorado por primera vez y donde le habían fracturado la nariz antes de salir de Venezuela en su primer gran viaje, ahora era solo una taguara con perpetuo olor a vómito y música decente. No era por nostalgia que John se amarraba a su piano tres noches a la semana, era por una mesonera de cabello moreno y caderas despampanantes llamada Liliana, él la amaba y ella a él, aunque nunca ninguno se molestara en decirlo o demostrarlo en demasía. Su relación se limitaba a cómodos silencios después que cerraba el bar, a interesantes conversaciones sobre nada durante las tardes y a los ocasionales polvos que se echaban cuando Liliana se sentía particularmente enamorada o vulnerable. "Si no fuera por ella ya yo no estaría aquí" pensaba John con frecuencia.

Era el último viernes de septiembre cuando todo cambió para el cronista de la noche valenciana, cargaba su saco azul, su sombrero a lo "mafioso de años 30", sus pantalones grises, su pipa de madera, sus cigarrillos, su cuaderno con un lapiz incluído donde anotaba ideas para canciones y su viejo revólver porque en los tiempos actuales salir de casa es un poco como ir a la guerra (la verdad es que John nunca había matado a nadie, apenas había sacado su arma tres veces en la vida, habiéndola disparado una sola) salió de su casa caminando a eso de las 7:30 y veinte minutos después estaba entrando al Bar de la coartada, hacía una fresca noche, la clientela se veía incluso algo interesante, parecía haber gente con historias que valían la pena para el cronista, lo único que no le sentó tan bien a John fue notar que Pedro Carmona, el cliente más asiduo de todos los clientes asiduos no ocupaba su mesa de siempre decorada con un tobo de Cerveza Zulia, en su lugar una joven pareja bebía cocteles a los que daban sorbos entre beso y beso. Era muy inusual la ausencia de Pedro Carmona, muy inusual.

John se sentó en la barra, pidió una Verde y encendio un cigarro, la pipa era para más tarde, igual que el whisky. Conversó un rato con Tomás, el barman, y luego con Liliana acerca del asesinato de un funcionario del gobierno, de fotografía y de precios por Mercado Libre, les preguntó a ambos por Carmona, nadie sabía de él pero nadie parecía preocupado, solo Johnny, quien no recordaba el último viernes donde en el público para el cual había tocado no estuviera Pedro.

Un poco antes de la medianoche se encendió "el piano más melancólico de Carabobo" como lo habían bautizado alguna vez en una pequeña reseña que había hecho un joven cliente para una revista hace algunos años. El set tuvo de todo, baladas de amor, rock, un poco de blues y un cover de una vieja canción llanera al estilo John Céspedes, luego se montó una banda nueva e indie que tocaba regular y que tuvo el detalle de saludar a John (pequeña leyenda musical valenciana) y de invitarlo a tocar con ellos una pieza, oferta que el pianista declinó pues implicaba volver a la guitarra eléctrica, tenía años sin tocar la guitarra. Mientras se bebía el segundo trago post-concierto en la barra, un hombre pequeño y calvo al que nunca había visto le pasó por el lado, se detuvo un momento y le susurró "veame afuera ya, hoy mataron a Pedro Carmona y necesito su ayuda" después salió del bar como si nada. John se quedó frío, paralizado, no estaba listo para una noticia de ese tipo ¿quién podría estarlo? y menos de parte de un desconocido ¿quién era ese carajo? ¿estaría diciendo la verdad? ¿de dónde lo conocía???.
Después de un minuto Céspedes recobró la compostura, se bajó el whisky de un sorbo y fingió normalidad para Liliana que lo veía raro. Se levantó y salió del bar.

2
Afuera solo estaba el calvo y dos amigos periqueandose con el peor intento de disimulo que John recordaba haber visto, el misterioso tipo les hizo señas a los chamos de que se perdieran con una autoridad bastante intimidante, por alguna razón los dos obedecieron

"¿Quién eres?" preguntó Johnny "y por qué coño estás diciendo que a Pedro Carmona lo mataron"

-Me llamo Víctor, conocí por mucho tiempo a Pedro y fui yo quien encontró su cadáver esta tarde cuando fui a visitarlo a su apartamento, un tiro en toda la frente
-Jamás escuché de ti, no tengo porqué creerte
-Jamás escuchaste de mi porque  nunca hablabas con Pedro mas que el "cómo está la vaina", él si me hablaba bastante de ti y decía que eres un buen tipo, por eso vine a pedirte ayuda
-¿Y yo cómo puedo ayudar?
-Tú sabes que la policía jamás resuelve nada, es mas, seguro son panitas de los que lo mataron, pero tú eres el cronista de la noche Valenciana, conoces a todos, te sabes todas las historias y te sabes guardar los secretos, usa eso y ayudarme a vengar a nuestro amigo en común. Pedro siempre decía que eras callado pero que eras un amigo
-¿Cómo esperas que crea este cuento?
-Busca la sección de sucesos del Carabobeño en su página, ya debe estar allí, la policía llegó minutos después que yo, la habían llamado los vecinos que escucharon el disparo. Pedro tenía días paranóico, raro y mira como terminó. En algo malo estaba.

John se quedó en silencio pensando, incluso si lo que decía era verdad ¿cómo le constaba que no estaba hablando con el asesino de su amigo en ese momento? en qué peo se estaría metiendo

-Voy a averiguar si lo que dices es verdad, pero no confío en ti, no sé nada de ti ni tengo como comprobar que no estás mintiento
-volveré acá mañana por la noche, si decides confiar en mi podemos hablar, yo no puedo hacer mucho pero ayudaré como pueda, si no simplemente me tomó un trago y no me vuelves a ver

Dicho esto dio media vuelta y se perdió en la boca de lobo que era la avenida. John encendió su pipa y le dio dos patadas, acto seguido entró para encontrarse con una Liliana bañada en lágrimas con el celular en la mano mientras Ramón, un mesonero, la consolaba. Cuando vio entrar a Johnny solo dijo "Pedro" y no hacía falta decir más, Víctor no había mentido, al menos no sobre eso. "no soy un detective" pensó aquel asustado hombre de saco azul "soy un maldito pianista"

viernes, 3 de octubre de 2014

Un mínimo milagro el de ayer
volví a verte y a levantar mi sombrero
y después de unos besos y un café
corrí a casa a escribirte un soneto.

No sé decirte que tu nombre rima bien
con la calma que me transmiten tus ojos
que tus pasos los cuento de cien en cien
y que no tenerte me tiene un poco solo.

Adoro saber que me quieres ver
y aunque no me digas nada con palabras
yo también quise quererte aquella vez
que por decencia supe evitar tus balas.

Ya no me da culpa escribirte
ni buscarte en el mismo lugar
pero gracias por los pequeños milagros
por curarme la ansiedad.

jueves, 2 de octubre de 2014

Nadie habla así

¿Por qué en las películas venezolanas es tan difícil que los diálogos suenen naturales? no sé si es simplemente obra de una mente quisquillosa como la mia, lo cierto es que he descubierto que de ser así somos muchas las mentes quisquillosas que van a ver cine nacional.

Tomemos como ejemplo La distancia más larga, cinta de Cludia Pinto que se estrenó recientemente en todo el país. Los diálogos la matan, parece un comercial o el doblaje de alguna película gringa que te aguantas en TNT un domingo por la tarde, no es que me encantaran los otros aspectos que Pinto ofrece (la trama está llena de conveniencias y algunos de los actores son bastante objetables), pero no puedo evitar pensar que si hubieran recortado los parlamentos por la mitad, mi opinión sobre "La distancia" sería mucho más favorable, los momentos callados son bastante efectivos y el imponente Roraima como escenario se presta para contar una historia visual.

No quiero que el texto suene como un ataque personal a la película, la verdad es que no recuerdo la última vez que fui a ver una producción venezolana y no hubiera al menos una escena donde lo que decía un personaje me sacara de la ilusión con el típico "nadie habla así" pasándome por la mente, es como si no lográramos encontrar un equilibrio de conversaciones hiladas de manera natural e inteligente, siempre terminamos en frases teatrales sobreactuadas o recurrimos al facilismo de hablar malandreado.

En ocasiones he intentado escribir guiones (con énfasis en el "intentado") y he podido experimentar el problema desde el otro lado de la cámara. Por mas que tratara de escribir personajes que hablaran como yo o cualquiera que conozca siempre terminan apareciendo lineas que se notan forzadas, bien se le podría achacar a mi poca experiencia o habilidad como escritor, pero más allá de eso pareciera ser un problema en la forma en la que los venezolanos nos expresamos, esa naturalidad rítmica tropical no es fácilmente capturada en diálogos estructurados. Tal vez la improvisación es la única forma de sonar genuinamente "normales" pero los argumentos necesitan estructuras y sobre todo, el cine venezolano necesita un esfuerzo en mejorar la calidad de su producto (no solo a nivel guión pero eso es para otro rant), se trata de encontrar una voz propia y de no concebir nuestras historias como extrapolaciones de cosas que funcionan en películas extranjeras que casi nunca funcionan para nosotros, un lenguaje literario que fluya con naturalidad.

Cierro haciendo la salvedad de que he visto películas donde, en efecto, me he sentido muy cómodo con la forma de hablar de los personajes (Hermano, Azul y no tan rosa, Elipsis) y casualmente, o no, son algunas de las mejores que he visto hechas acá. El tema es encontrar la voz, que es un tema aún más complicado que saber hacer cine, pero una vez la encuentras ya tienes la mitad de la guerra ganada.

Todas, tú, ninguna, cualquiera

El bar era el sitio donde iba a morir todo lo que el tiempo no curó, en ese sentido el bar se parecía mucho a su cama, eterno altar a la catarsis y al sexo sin amor, al menos no ese tipo de amor.
Todas, tú, ninguna, cualquiera. Lo que se de, deja todo fluír, el magnetismo atraerá lo que se digne de atraer. "Eres mi prototipo de mujer perfecta" solía decir para sus adentros antes de atragantarse sus palabras con cobardía enamorada, y así su magnetismo puso a la tierra a girar. Todas, tú, ninguna, cualquiera, pero si eres tú es mejor.