viernes, 3 de octubre de 2014

Un mínimo milagro el de ayer
volví a verte y a levantar mi sombrero
y después de unos besos y un café
corrí a casa a escribirte un soneto.

No sé decirte que tu nombre rima bien
con la calma que me transmiten tus ojos
que tus pasos los cuento de cien en cien
y que no tenerte me tiene un poco solo.

Adoro saber que me quieres ver
y aunque no me digas nada con palabras
yo también quise quererte aquella vez
que por decencia supe evitar tus balas.

Ya no me da culpa escribirte
ni buscarte en el mismo lugar
pero gracias por los pequeños milagros
por curarme la ansiedad.

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